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El CASARASIRI

La palabra Casarasiri significa “para casarse” y es la danza de celebración del matrimonio religioso. Antes de éste, los contrayentes pasan por el “sirvinacuy” o “sirvisiña”, en quechua y aymara, respectivamente, que es la unión de prueba, que suele durar entre 6 meses y 2 años.
“La prueba tiene por objeto probar la armonía biológica, sicológica y social entre los futuros conyugues para asegurar la estabilidad del hogar y prevenir el fracaso. Es indudablemente una experiencia de extraordinario valor social” dice Portugal Catacora. Si el sirvinacuy tiene resultado positivo, se formaliza el matrimonio religioso, en cuyo contexto se danza el Casarasiri.
El mismo autor, describiendo la costumbre en las zonas del altiplano en la primera mitad del siglo pasado, dice que el atuendo de los novios es proporcionado por el padrino, quien preferentemente es una autoridad o persona influyente. “El novio viste de terno negro, con sombrero y calzado, que muchas veces usa por primera vez. La mujer lleva el vestido como las cholas: polleras de felpa o gras, blusa de telas floreadas, mantilla de pecho, mantón bordado de manila y sombrero de copa redonda”.
En cortejo los novios, el padrino y los familiares se dirigen al templo, al son de la música del “Qhapu”, donde culmina el rito católico. Sigue luego el banquete de rigor y el traslado a un lugar campestre donde se baila el Casarasiri. La música, dice Enrique Cuentas Ormachea, “Es una melodía alegre, rítmica, bailable, que se ejecuta exclusivamente durante la celebración del matrimonio” y que “se ejecutaba originalmente en pito (pequeña flauta traversa de sonido agudo) tambor y bombo, que se ha sustituido paulatinamente por una banda de música”.
La fiesta continua en la comunidad, donde a los novios los espera la casa donde vivirán, en la cual se ha izado una bandera peruana engalanada de flores. Allí se hace la entrega de la ofrenda matrimonial de la comunidad, empezando con los padres, que entregan regalos a los recién casados, el llamado “Lari”. Luego los miembros de la comunidad, uno a uno, regalan el “Qepi”, un atado con dinero que se coloca al pie de la bandera.
Terminado este acto, los novios pasan a sus habitaciones donde se cierran durante días y noches. Mientras tanto familiares y miembros de la comunidad bailan incansablemente, a veces hasta ocho días. La fiesta termina con el alegre Cacharpari, la despedida.
Fuentes:
Enrique Cuentas Ormachea. “Presencia de Puno en la Cultura Popular”. Lima, 1995.
José Portugal Catacora. “Danzas y Bailes del Altiplano”. Lima 1981

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